En estos momentos tan excepcionales y de marcada ansiedad que vivimos, conviene recordar la estrecha relación que existe entre nuestro sistema nervioso y nuestra piel. El aspecto más reseñable de esta relación se aprecia el empeoramiento de determinadas enfermedades cutáneas con base psicosomática( del griego psique-alma-y soma-cuerpo-). A su vez,este empeoramiento influye negativamente en el estado de ánimo subyacente, generándose un círculo vicioso de difícil manejo.

Ya desde que se gesta una nueva vida, el origen de ambos órganos proviene de una misma «hoja embrionaria» (ectodermo) dentro de las 3 existentes (las otras 2 son el mesodermo y el endodermo). Ello implicala aparición de infinidad de síndromes y enfermedades raras asociadas, siendo la más frecuente la neurofibromatosis tipo I.

Pero es en la dimensión psíquica, indisoluble a nuestro sistema nerviosos central, dónde realmente nos encontramos con la casuística más destacable. El paradigma de enfermedad dermatológica, la psoriasis, presentan un fuerte componente ansioso o depresivo, casi siempre identificado por los pacientes, en el desencadenamiento de sus brotes . De igual manera, se constata en otras dos afecciones de gran impacto personal y social, como son el acné y la dermatitis atópica, sobre todo en adultos.

Yendo un paso más allá, el principal síntoma cutáneo, el picor o prurito puede tener un componente psicógeno puro: sin evidencia de patología cutánea ni de otros órganos (tras despistaje mediante las pruebas oportunas). No obstante, suele darse más habitualmente en las enfermedades ya descritas (y en muchas otras), estando mucho más exacerbado por el factor emocional. Los tratamientos específicos para cada problema, los antihistamínicos, ciertos consejos de higiene como evitar las duchas largas y con agua caliente, entre otros, suelen ser de gran ayuda. Asimismo, la escucha activa delos pacientes es crucial.

Por último, recordar que la piel es diana de múltiples tics nerviosos. Los más relevantes son la tricotilomanía (normalmente niños que se arrancan los cabellos) y la onicofagia (morderse las uñas). Y no sólo pueden aparecer múltiples tics a nivel cutáneo, sino verdaderas enfermedades psiquiátricas tales como el delirio parasitario o la dermatitis facticia («autoinfringida»).

En suma, el siempre complejo mundo de nuestro cerebro se interrelaciona profunda y profusamente con nuestra piel, uno de los órganos que más fácilmente advertimos y el más superficial, con lo que se abre todo un abanico de manifestaciones. Éstas siguen siendo un gran reto terapéutico a nivel dermatológico e, incluso,a nivel psicológico o psiquiátrico.