EL CAMBIO HORARIO Y EL INVIERNO REPERCUTEN EN NUESTRA MENTE Y CUERPO.

La piel es el órgano más grande y expuesto al exterior, y será el primero que lo note y ¡se haga notar!

Algunos efectos son beneficiosos gracias a la reducción de la luz, pero éstos llegarán con el tiempo y depende de cómo nos adaptemos a los cambios.

La disminución de la luz solar, en relación al verano, ayuda a sincronizar nuestro ciclo circadiano o “Reloj Biológico” y por lo tanto:

Os dejamos algunas recomendaciones que nos ayudarán cuidarnos:

• Hidratación Interna y externa:
  • En invierno bebemos menos.
    • Se recomiendan al menos 1.5 litros de líquido al día.
    • ¡Siempre será mejor el agua! Pero las frutas, verduras y bebidas sin azucares añadidos ni carbonatadas, son un buen aliado.
  • La sequedad del ambiente afecta nuestra piel.
    • Nos beneficiarán cremas hidratantes que se adapten a nuestro tipo de piel.
    • El contorno de ojos será imprescindible a evitar ojeras marcadas y profundas.
    • Debemos aplicarlas con regularidad y mañana y noche.
  • Alimentación: Los alimentos en invierno son más contundentes y podrían aportar mayor cantidad de sal y condimentos. Los nutrientes inherentes a los alimentos del verano podrían escasear en invierno, si no equilibramos nuestra dieta
    • Favorecer la alimentación saludable que incluya verduras y frutas permitirá una piel sana todo el año.
    • Evitar ayunos prolongados favorece el equilibro físico y emocional.
    • La cena debe ser suave para ayudarnos a conciliar el sueño y que éste sea de calidad. Ç
  • Ejercicio: el ejercicio favorece
    • La circulación de la piel mejorando la calidad de ésta.
    • Ayuda a regular el ciclo circadiano, el sueño y nuestro descanso.
    • Mejora nuestro estado de ánimo al aumentar las endorfinas “hormonas de la felicidad”.