En plena fase de desconfinamiento y con el temor fundado de posteriores rebrotes de la pandemia por el COVID 19, es buen momento para recordar las propiedades de los antisépticos de uso común. Llamamos antisépticos a todas las sustancias capaces de eliminar total o parcialmente gérmenes (bacterias, virus, esporas de hongos…) a nivel cutáneo. Los diferenciamos de los desinfectantes, pues éstos están pensados para materiales inertes y superficies y son irritantes para la piel. Un ejemplo de desinfectante muy presente sería el hipoclorito sódico (lejía).

El antiséptico más empleado en la actualidad es gel hidroalcohólico. Conformado en su mayor parte por alcohol etílico (alcohol líquido 96º), también se compone de peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) como potenciador de su acción bactericida. En tan solo 15 segundos, empieza a erradicar virus (principalmente sobre los que poseen envoltura como el coronavirus), hongos y bacterias, tardando hasta 1 minuto en llevar a cabo toda su actividad.

Los antisépticos más clásicos se han visto relegados a un segundo plano. Así, la povidona yodada (“Betadine”) presenta también un amplio espectro, pero su acción es más lenta. Por el contrario, la clorhexidina (“Cristalmina”) es efectiva rápidamente, aunque sólo para bacterias. Tanto el agua oxigenada como el alcohol líquido 96º estarían incluidos en gel hidroalcóholico, con lo cual su utilización por separado implicaría obviamente menor protección.

En conclusión, el gel hidroalcóholico debe ser nuestra primera elección. Conviene situarlo a la entrada de casa, en el coche, en el lugar de trabajo… No obstante, hacer hincapié en que la medida más activa de prevención contra el coronavirus es el correcto lavado de manos, dado que destruye completamente su envoltura, tal y como se expuso en el blog “Auge de la dermatitis de manos en época de manos”.